sábado, 29 de noviembre de 2008

Carta de don Juan a Doña Inés


Inés, alma de mi alma.
perpetuo imán de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar;
garza que nunca del nido
tender osastes el vuelo
al diáfano azul del cielo
para aprender a cruzar;
si es que a través de esos muros
el muro apenas miras,
y por el mundo suspiras,
de libertad con afán,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan,
para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan.

Acuérdate de quien llora
al pie de tu celosía,
y allí le sorprende el día
y le halla la noche allí;
acuérdate de quien vive
sólo por tí, ¡vida mía!,
y que a tus pies volaría
si me llamaras a ti.
Adiós, ¡oh luz de mis ojos!;
adiós, Inés de mi alma;
medita, por Dios en calma
las palabras que aquí van;
y si odias esa clausura
que ser tu sepulcro debe,
manda, que a todo se atreve,
por tu hermosura, don Juan.


José Zorrilla (1817-1893)

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