martes, 25 de agosto de 2009

Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla


«¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla!
Porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?».

«Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza».

«Apostaré que el ánima del muerto,
por gozar este sitio, hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente».

Esto oyó un valentón y dijo: «Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado,
y el que dijere lo contrario miente».

Y luego, in continente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.


Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616)

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